Argumentos filosóficos y creencias religiosas en el liberalismo político. Creyentes y agnósticos en la política deliberativa: traducción, entendimiento y aprendizaje mutuo. La razón pública en Rawls y Habermas: ¿una reformulación secular de la teoría de la ley natural? Las razones públicas del creyente.
Tipo: Libro
Edición: 1ra
Año: 2014
Páginas: 312
Publicación: 15/06/2014
ISBN: 978-987-706-024-9
Tapa: Tapa Rústica
Formato: 23 x 16 cm
Precio: $40.000
Precio por mes: $2000 (mínimo 3 meses)
“Ideas y Valores”, vol. LXVI, n° 163, abr. 2017, p. 379
Como bien lo ha señalado Luis María Bandieri en el prólogo, el libro de Garzón Vallejo se propone responder a la pregunta: “¿puede un creyente, manifestándose como tal, intervenir válidamente en los debates basilares que integran la agenda política de las democracias?” (VII). Y la pregunta busca responderla “un creyente que no quiere que esa dimensión cardinal de su persona quede destinada al sigilo en las cuestiones que a todos alcanzan”.
La organización del texto es clara y sencilla. Luego de una introducción, en la que se plantean los términos del problema, Garzón expone, en un primer capítulo, los conceptos claves de la propuesta de John Rawls al respecto, bajo el significativo título: “Argumentos filosóficos y creencias religiosas en el liberalismo político”. El capítulo segundo, “Creyentes y agnósticos en la política deliberativa: traducción, entendimiento y aprendizaje mutuo”, expone la propuesta de Jürgen Habermas; y luego, en un Excursus, procede a confrontar las dos formas de comprender la “razón pública”, la del filósofo estadounidense y la del filósofo alemán, con el título: “La razón pública en Rawls y Habermas: ¿una reformulación secular de la teoría de la ley natural?”. Finalmente, en un tercer capítulo, encontramos la propuesta de Garzón bajo el título: “Las razones públicas del creyente”.
Si alguna cualidad cabe resaltar en este escrito es la de su claridad y precisión en el manejo de los conceptos, unidas a un esfuerzo serio y consistente para exponer sus propias convicciones, alcanzadas como resultado de una exigente reflexión. Y su objetivo es claro: “La gran pregunta a la que pretende responder este trabajo se formula así: ¿es posible encontrar puntos de acuerdo que posibiliten un armisticio entre creyentes y no creyentes?”. Como lo han mostrado y reconocido las doctrinas de Rawls y de Habermas, la solución clásica del liberalismo, de tolerancia con respecto a la religión, si bien cumplió un papel muy significativo en su momento, no se muestra hoy suficiente para confrontar los problemas de sociedades cada vez más pluralistas.
Sin embargo, para Garzón la propuesta rawlsiana viene a ser “una superación ‘a medias’” de la mera neutralidad del Estado moderno, precisamente porque no logra elaborar un verdadero reconocimiento del carácter público de las creencias religiosas. El norteamericano considera que las confesiones religiosas están en condiciones de poner en peligro la estabilidad del orden democrático, y eso le impide reconocer en ellas la posibilidad de contribuir positivamente a la vida política. Luego de un estudio detallado de la propuesta rawlsiana para sopesar sus aportes y sus insuficiencias, Garzón plantea la crítica tal vez más significativa a dicha propuesta. “La ineficacia del liberalismo político para resolver los conflictos –nos dice– obedece a la discontinuidad entre ética y política, y al carácter antipolítico de esta versión del liberalismo”. Y explica así esa doble observación: La discontinuidad entre ética y política lleva a situar la política… como el único ámbito de legitimidad y validez pública, desconociendo con ello nuestro deseo de coherencia no solo dentro, sino también más allá de nuestras creencias específicamente políticas. Y, en cuanto a lo segundo, señala cómo varios autores han hecho notar que el liberalismo rawlsiano es profundamente antipolítico, que contiene un déficit de política o que, simplemente, no se toma la política en serio, puesto que no hay en él una reflexión sobre el conflicto, el ejercicio del poder político, los actores de la política, la necesidad de la negociación, entre otros.
Garzón considera que la propuesta de Habermas ofrece mejores perspectivas para comprender la función de las creencias religiosas en el seno de una sociedad democrática pluralista. La interpretación habermasiana del fenómeno de la secularización y la idea de una sociedad postsecular plantean la necesidad de revisar fenómenos medulares de lo público, como la modernización, el laicismo, el pluralismo y la misma perspectiva liberal-agnóstica del Estado. En realidad, la perspectiva del filósofo alemán se ve enriquecida por lo que cabría llamar el sesgo sociológico de sus reflexiones, en las que se trasluce el origen marxista de su formación académica.
Al haber pasado de la sospecha frente a las creencias religiosas, hasta proponer una relación de mutuo aprendizaje, Habermas plantea la necesidad de que los creyentes “traduzcan” sus convicciones, y sus argumentos para sostenerlas, a un lenguaje que pueda ser entendido por los no creyentes. Garzón analiza en detalle las condiciones de dicha “traducción” y señala dos importantes dificultades. La primera, que el traductor debe conocer bien ambos lenguajes, es decir, debe ser un “creyente ilustrado”, y la segunda, que la comunicación no se reduzca a la argumentación, “marginando con ello otras experiencias religiosas que no pueden ser argumentadas de esta manera, pero cuya importancia vital y existencial es sobresaliente”.
El Excurso procede entonces a confrontar ambas posturas, la de Rawls y la de Habermas, preguntándose si no se trata, en realidad, de reformular en lenguaje secular la tradicional doctrina de la “ley natural”. Analiza, para ello, las convergencias y las divergencias entre “razón pública” y “ley natural”, para concluir que, si bien no se trata de una nueva versión de la ley natural, ya que las semejanzas no permiten considerar ambos conceptos como pertenecientes a la misma familia, lo que se busca es reformular la ley natural de manera secular o agnóstica, y filosóficamente escéptica.
En el tercer y último capítulo, Garzón presenta su propio punto de vista. Para ello pasa revista a tres tópicos modernos de interés central para su análisis: el paso del secularismo a la postsecularidad, del laicismo fundamentalista a la laicidad y de la tolerancia al pluralismo. Y, luego de examinar la sociedad civil como un espacio privilegiado para la exposición de los argumentos tanto filosóficos como religiosos, propone la necesidad de una razón pública sustantiva que recupere la pregunta por el bien, así como la búsqueda del mejor argumento.
El libro termina con unas páginas finales “a modo de epílogo”, donde Garzón comenta una cita de Habermas que le sirve de epígrafe, y en la que podemos ver resumido el verdadero propósito del escrito: En el discurso religioso se mantiene un potencial de significado que resulta imprescindible, y que todavía no ha sido explotado por la filosofía, y, es más, todavía no ha sido traducido al lenguaje de las razones públicas, esto es, de las razones presuntamente convincentes para todos.
Jorge Aurelio Díaz Universidad Nacional de Colombia
“Díkaion”, año 29, vol. 24, n° 1, 2015, p. 196 y 197
“¿Puede un creyente, manifestándose como tal, intervenir válidamente en los debates basilares que integran la agenda política de las democracias?” Con esa pregunta, el profesor argentino Luis María Bandieri empieza el prólogo de La religión en la razón pública, en el libro de Iván Garzón Vallejo que aborda el problema de la relación entre creyentes y no creyentes en el ágora de las democracias, donde los argumentos religiosos han dejado de ser argumentos de autoridad.
En el actual debate cultural y político se discute sobre la presencia de crucifijos en las escuelas públicas, sobre la posibilidad de escudarse en la libertad religiosa para no ser obligado a practicar un aborto o celebrar una boda gay, sobre la alusión a las raíces cristianas de las sociedades occidentales en documentos oficiales, etcétera. Entre toda esa amplia gama de posibilidades para abordar la presencia de la religión en la vida pública, Garzón Vallejo se ha enfocado en el problema del lenguaje al interior de la comunidad liberal, en concreto, en la cuestión de si los argumentos de los creyentes pueden –y cómo– ser considerados “razones públicas”. Para dar respuesta se apoya en dos autores que desde una perspectiva agnóstica tienden puentes con el mundo de la fe: John Rawls y Jürgen Habermas. Del primero toma conceptos como “razón pública” y “doctrinas comprensivas”, mientras que de Habermas extrae las nociones de “traducción” y “política deliberativa”, entre otras. Lo que el autor propone, a partir de esos pensadores, es un diálogo que respete las condiciones del sistema democrático sin caer en extremos confesionales o laicistas, una tregua entre creyentes y no creyentes, evitando extremos como la supremacía de una perspectiva religiosa particular o la expulsión de los ciudadanos religiosos del debate público.
El libro es un texto académico, resultado de la tesis doctoral del autor, por ese motivo está dirigido principalmente a un público docente e investigador preocupado por la relación entre religión y política, ética y política, democracia y liberalismo, etcétera. En general, un público interesado en la filosofía política y del derecho. Sin embargo, es de interés también para las personas que en alguna de las dos orillas –creyentes o laicos–, y con cierto nivel de ilustración, se preocupan por la armonía de la sociedad democrática que hoy tiene como factor de tensión a las doctrinas religiosas y filosóficas. Garzón, además, usa recursos como el de exponer la discusión a partir de un caso real que se sitúa en el contexto colombiano y que se convirtió en una batalla entre católicos y laicistas: la construcción de la Clínica de la Mujer en Medellín, que causó polémica por la oposición de los grupos provida que alegaban que sería un centro abortista. A partir de ese ejemplo, el autor busca presentar las posturas radicalizadas frente a la participación de los creyentes en el debate público e introducir el pensamiento habermasiano como una alternativa para abordar la discusión.
El libro tiene cinco partes: tres capítulos, un excursus y un epílogo. En el primer capítulo, queda claro que el contexto de la discusión es un mundo en buena medida construido sobre los principios del liberalismo, por eso acude a quien es quizás su mayor exponente en las últimas décadas, John Rawls, para analizar la admisibilidad de los argumentos filosóficos y las razones religiosas en el entorno político liberal. En el segundo capítulo, el turno es para Habermas y su esfuerzo por acercar la racionalidad secular y la religiosa, especialmente con su propuesta de una traducción que haga viables los argumentos de los creyentes en la deliberación pública. El tercer capítulo aterriza en las razones públicas de los creyentes y los desafíos que actualmente tienen, analizando conceptos clave y proponiendo una comprensión renovada del problema para hallar respuestas distintas, superando los viejos tópicos. En el excursus, por su parte, Garzón se arriesga a plantear una analogía entre la razón pública en Rawls y Habermas, y la teoría de la ley natural; de manera más precisa, analiza si esa noción de razón pública puede ser una reformulación secular de la perspectiva iusnaturalista. Esa digresión, aunque parece un añadido irrelevante para el dilema central, resulta muy sugerente para los interesados en la filosofía del derecho.
En definitiva, se trata de un libro que aborda un debate que apenas comienza, pues las sociedades democráticas liberales están tomando conciencia del desafío que supone el retorno –si es que alguna vez se fueron– de las fuerzas religiosas. Ya sea por la inmigración musulmana en Europa, la persistencia de lo sacro en América Latina o la irrupción de las organizaciones cristianas en la política norteamericana, la tensión por la voz pública de la religión es uno de los grandes dilemas contemporáneos y este es un libro para entenderlo.
Cristian Rojas-González Universidad de La Sabana
Este libro surge de interrogantes que se formula el autor. ¿Cuál debe ser el lugar de las creencias religiosas en un Estado laico? ¿Cómo superar la polarización entre laicismo y tradicionalismo? ¿Existen puntos de encuentro entre creyentes y agnósticos que hagan posible un diálogo entre ambos?
Al discutir críticamente el modo como los teóricos de la política y el derecho más influyentes en la actualidad abordan la relación entre política, derecho y religión, Iván Garzón Vallejo propone una reinterpretación de la forma como han sido entendidos el liberalismo, la democracia, la laicidad, la tolerancia y el secularismo en América Latina.
El debate público sobre los asuntos moralmente controversiales podría dejar de ser una guerra discursiva en la cual los interlocutores sólo pretenden destruir la postura de su antagonista. Este libro sienta las bases de esta transformación.