Antigüedad grecorromana. Cristianismo. Medioevo. Renacimiento y absolutismo. Estado nacional monárquico. Liberalismo y democracia. Reacción y restauración. Libertad e igualdad. La Revolución. Ensayos constitucionales. Rosas. Echeverría. Alberdi. Roca. La Argentina moderna. Formas e instituciones políticas. Dinámica.
Tipo: Libro
Edición: 4ta
Año: 2000
Páginas: 568
Publicación: 31/12/1999
ISBN: 950-508-170-7
Tapa: Tapa Rústica
Formato: 15,7 x 23 cm
Agotado
Precio por mes: $1000 (mínimo 3 meses)
La Ley, 20/3/02, p. 7
El Curso de derecho político de Sanguinetti se reedita por cuarta vez, lo que viene a demostrar el acierto de Xifra Heras cuando en el prólogo a su primera edición destacaba la calidad de esta obra y manifestaba que le había sugerido una visión itinerante “acerca de la trascendencia del saber histórico, que se descubre tras la enjundiosa lectura de un libro que en el momento actual, tan necesitado de la savia fortalecedora del conocimiento del pasado, está llamado a colmar una imperiosa necesidad sentida por todos cuantos queremos afrontar de modo crítico, sereno y atinado, los temas de un presente problemático y las posibilidades de un futuro esperanzador”.
La obra se divide en tres partes. En la primera desarrolla la “Historia del pensamiento político universal”; en la segunda la “Historia institucional y pensamiento político argentino” y la última la “Ciencia política”. Es otro acierto de la obra que su inicio sea a partir del conocimiento histórico pues es indispensable saber del pasado, de lo acaecido, para comprender o por lo menos aproximarnos a las instituciones que enseña la ciencia política.
La Historia del pensamiento político universal comprende nueve capítulos que comienzan con Esparta y Atenas y concluyen con las nuevas o modernas tendencias en el pensamiento político. En esta parte la descripción de la situación histórica y la interpretación del pensamiento de quienes contribuyeron a la formación filosófica-política se caracteriza por la proporcionalidad dedicada en relación a la relevancia que le acuerda el autor en el proceso histórico y sus consecuencias. Tiene un mérito digno de encomio el tratamiento integral que hace Sanguinetti del pensamiento político desde la antigüedad grecorromana hasta nuestros días en algo más de doscientas páginas sin omisiones ni dedicaciones exageradas. La mesura en la extensión y la sencillez en la redacción es todo un logro ante la magnitud de los años de historia que enfrenta.
La conquista y la colonia es el comienzo de la parte segunda y concluye con la elección del presidente De la Rúa. El autor trata con seriedad y honestidad intelectual la llamada “filiación ideológica” de la Revolución de Mayo, citando las diferentes posiciones que existen al respecto, sus sostenedores y obras. Sanguinetti analiza las distintas argumentaciones y se inclina por la presencia de Rousseau y no por la influencia suareciana.
En el capítulo dedicado a los “Ensayos constitucionales”, señala las tendencias monárquicas que se manifiestan entre 1816 y 1820 aproximadamente; las guerras civiles; la vida política del interior y el constitucionalismo local, por último el Pacto Federal. A Rosas le dedica un capítulo breve, exponiendo concretamente sobre su ideología y su acción política. También es breve el capítulo dedicado a la Generación de 1837 a pesar de la trascendencia que tienen sus integrantes en el pensamiento político nacional.
La famosa polémica entre Alberdi y Sarmiento es tratada en el capítulo dedicado a la Organización nacional y para Sanguinetti “todos tienen razón. Se dicen grandes verdades. Se imputan evidentes fallas de carácter, como la egolatría de Sarmiento y la timidez física de Alberdi. Pero en las soluciones de fondo, dejando de lado minucias transeúntes, los hombres están mucho más cerca de lo que puede pensarse, de lo que ellos mismos imaginan”. Si bien el autor confiesa preferir el estilo de Sarmiento no cae en las exageraciones interpretativas de “liberales” ni de “revisionistas” de dicha polémica.
Luego de las sucintas referencias a la sanción de la Constitución nacional, su tipo y clasificación, el autor comienza un capítulo titulado “La unificación nacional”, allí se refiere a las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Destaca la figura prominente que es Roca entre 1880-1916; lo que significó la Generación del 80 y la figura de Estrada. Concluye el capítulo con una ajustada reseña del nacimiento de los partidos políticos argentinos, el régimen electoral y las elecciones de 1916.
La segunda parte de la obra concluye con el capítulo dedicado a “La Argentina moderna” y que comienza con el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Generosos párrafos le dedica el autor a la reforma universitaria y posteriormente señala la política que lleva a cabo el presidente. Con la presidencia de Alvear y la nueva elección de Yrigoyen termina lo que se titulara “La democracia radical”. La revolución de 1930 y las tendencias corporativas son enunciadas por Sanguinetti como un factor en el que estaba interesado Uriburu para reformar la Constitución que en definitiva se frustra. Continúa con la presidencia de Justo, su política administrativa, tributaria y en obras públicas; la crisis mundial que da lugar al “Pacto Roca-Runciman”; los avances del fascismo y la radicalización de las tendencias políticas.
A partir de la Revolución de 1943 que derroca al presidente Castillo, el autor destaca la incidencia del entonces Coronel Perón en la vida política argentina y que la signará por años. Es allí donde comienza lo que titula “El proceso abierto” y que llega en su descripción hasta la elección de De la Rúa.
La última parte de la obra está dedicada a la Ciencia política. Sanguinetti afirma que ella “estudia, con una pretensión de objetividad desapasionada, los mecanismos de la lucha por alcanzar el poder, por retenerlo, y por construir y crear desde el ejercicio del mismo”. Más adelante da cuenta de las diferentes denominaciones que comprenden estos estudios, señala de forma contundente las consecuencias que tiene la semántica en la cuestión. La expresión Derecho político está ligada con el Estado de derecho y su expresión republicana; Teoría del Estado tiene un “sabor” a “estatizante” si no totalitario, mientras que Ciencia política manifiesta cierta frialdad. Luego de demostrar que estas nomenclaturas “se confunden e invaden” concluye que a pesar de su “preferencia ‘ideológica’, por derecho político, la expresión ciencia política” le parece “más amplia y omnicomprensiva”, y tiene suficiente razón para preferirla por los aspectos de estudio que señala como comprensivos de la misma.
Los fines y funciones del Estado son expuestos con brevedad, precisión y sencillez, sin introducirse en agobiantes teorías, lo que le permite al lector comprenderlos cómodamente.
Sanguinetti señala que la dicotomía entre república y monarquía con el surgimiento de las monarquías constitucionales se encuentra superada. En consecuencia propone como clasificación más apropiada de las formas de gobierno dividirlas en dos grupos: republicano-democráticas y autoritarias. En el primero prevalece el respeto a los derechos humanos y el pluralismo y en los aspectos instrumentales, entre otros la existencia de partidos políticos, las elecciones populares, el control sobre los gobernantes y su responsabilidad. Mientras que en el segundo grupo carece de ello y se observa culto a la personalidad del que gobierna, represión, etcétera.
Las consideraciones que efectúa el autor sobre el crecimiento del intervencionismo estatal son muy acertadas, incluso el impacto sobre el derecho constitucional. No se puede dejar de compartir afirmaciones de Sanguinetti como que: “el Estado cuenta actualmente con la tecnología moderna, que lo hace temible” y que “esto fuerza a buscar los medios de limitar este poder amenazante, sin quitarle su eficiencia y su autoridad ordenadora”.
El constitucionalismo como factor preponderante para la limitación del poder, los poderes y funciones del gobierno, las desviaciones del poder y la discontinuidad constitucional son temas abordados con precisa rigurosidad. El sufragio y los sistemas electorales no sólo son explicados y analizados sino que están sujetos a ejemplificaciones que colaboran en su fácil comprensión.
El penúltimo capítulo titulado: “Dinámica política”, Sanguinetti lo inicia con lo que denomina “Factores movilizadores del proceso político. Ideología, utopía, mito”, lo continúa con temas tan importantes como los partidos políticos, su nacimiento, actualidad e importancia; y lo concluye con condicionantes de la actividad política, como los grupos de interés, la opinión pública y la propaganda. La obra finaliza con un capítulo dedicado a la “Ciencia política en la Argentina”.
Es admirable que en tan pocas páginas se pueda dar un tratamiento integral a la historia del pensamiento político universal, a la historia institucional y del pensamiento político argentino y a los contenidos de ciencia política. Evidentemente Sanguinetti demuestra una sólida formación histórica y filosófica que le permite realizar un desarrollo descriptivo basto sin reduccionismo superficiales ni groseras exageraciones temáticas. Pero no sólo tiene este singular mérito su Curso de derecho político, sino que es un excelente libro de cultura cívica pues su autor en el tema apropiado hace fe de su republicanismo.
Carlos Salvadores de Arzuaga
Ámbito Financiero, 16/8/00, p. VII
Esta obra, a través de su cuarta edición, conforma un completo manual de derecho político que enfoca el conocimiento científico de la materia, la historia de las ideas políticas universales y la historia institucional argentina junto con aquellos pensadores que aportaron significativas interpretaciones de nuestra realidad política. El desarrollo se encara a partir del análisis de la historia universal, comenzando desde la antigüedad grecorromana y paso a paso muestra su evolución hasta arribar a las tendencias modernas tal como el nacionalismo integral, el comunismo y la doctrina social de la Iglesia. A continuación se lo relaciona con nuestra historia y pensamiento político desde la conquista y la Independencia hasta el actual gobierno que unifica tendencias políticas, sin dejar de lado el proceso de unificación nacional y la descripción del proceso de creación de los actuales partidos que reúnen la adhesión de gran parte de los habitantes nacionales. Finalmente se introduce la ciencia política a través de la realidad, las instituciones y su dinámica, tratados tanto en sus aspectos teóricos como los antecedentes y alcances en nuestro país.
C. F.
Revista del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, 2000, p. 51
Como recuerda el autor, la expresión Derecho Político todavía designa una materia dentro de los estudios jurídicos en nuestro país, si bien desde 1984 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires se sustituyó su nombre por el de Teoría del Estado. La anterior denominación data del plan de estudios de 1922, que atenuó la hegemonía civilista y dio más impulso al derecho público. Alentaron esa tendencia el decano Mario Sáenz, los miembros de la Comisión de Enseñanza: Gallo, Baqué y Lafaille, y los consejeros estudiantiles José María Monner Sáenz y Florentino Sanguinetti. Mariano de Vedia y Mitre fue designado titular de Derecho Político, el primero que profesaba en el país. Su conferencia inaugural versó sobre la crisis del Estado, y fue precedida por las palabras del decano interino y del consejero estudiantil Florentino Sanguinetti, padre del autor y como éste, a su turno, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires. Vale la pena transcribir algunas palabras de aquel estudiante. Luego de distinguir entre “los que sostienen en la enseñanza un criterio profesionalista exclusivo, y los que consideramos que la universidad no puede renunciar a la función social que le corresponde”, señalaba: “Los tres últimos cursos del antiguo plan, todavía vigentes, denuncian esa falta. Su causa debe imputarse a esa generación de juristas que yo llamaría glosadora, puesto que dedicó sus actividades a raspar y adelgazar textos, detenida en el fetichismo napoleónico de la ley escrita (...). Aquellos glosadores entendieron que la Facultad debe limitarse a expedir ejecutorias hábiles para el ejercicio de un privilegio económico, y olvidaron que los estudios no podían sustraerse a los urgencias de la realidad circundante, al hervir continuo de nuevas inquietudes, y el rudo llamado de la vida que pugnaba por entrar en esta casa, derruida y sombría como el espíritu arcaico que vamos a desalojar...”.
Varios comentarios nos provocan estas palabras. Primero, el espíritu fundacional e idealista que las anima, tan propio de la Reforma del 18. Nos asombra, además el nivel discursivo del alumno, acostumbrados como estamos en esta época de la pobreza de léxico e ideas de los jóvenes (y de los otros). Finalmente, surge la eterna cuestión del contenido de los estudios jurídicos: hoy se suele escuchar la queja opuesta, que fustiga al enciclopedismo y reclama una enseñanza más práctica.
Aunque la denominación de la materia vaya perdiendo el terreno que había ganado en la Argentina de la primera mitad del siglo XX, y que era común en la España del siglo anterior, ante el avance de otras expresiones, como teoría del estado o ciencia política, que parecen dar una idea más fiel de la amplitud de su contenido, Sanguinetti no deja de ponderar el nombre clásico: “Porque decir ‘derecho político’ es afirmar un sentido valorativo (...) y consagrar el triunfo del Estado de derecho, vencedor del absolutismo. Esta fuerza emocional legítima justifica la pervivencia de una terminología polémica pero tradicional”.
La obra sigue los lineamientos habituales de la disciplina, aunque altera el orden de las partes: primero analiza el pensamiento político general; luego, el argentino; y, por último, los contenidos actuales de la ciencia política. Para el autor “el conocimiento histórico ayuda a ubicar los temas teóricos, y constituye un bagaje necesario para emprender su estudio; y no a la inversa”. El prólogo está redactado por una autoridad en este campo, el catalán Jorge Xifra Heras, quien afirma: “Nos hallamos ante uno de los mejores manuales universitarios de historia de la teoría política, con el gran mérito de ofrecer vertientes novedosas, tanto en relación con el pensamiento argentino como en otros campos, entre los que subrayamos la valoración política de grandes obras de la literatura universal”.
Es ésta la cuarta edición, actualizada y ampliada, del libro que se publicara inicialmente en 1980. Quien escribe esta reseña cursaba entonces Derecho Político, en su primer año en la Facultad de Derecho de la UBA, pero no tuvo la suerte de contar con la guía de esta obra notable. El profesor titular era a la sazón ministro de la dictadura militar, y en medio de oscurantismo reinante habría sido una bendición (laica) estudiar por un texto cuyo autor comenzaba por aclarar: “...me apresuro a confesar que mi posición es la que cuadra a un hombre educado en la escuela republicana, y en una tendencia democrática y progresista”. Cabría agregar que la claridad y la soltura de la prosa, y la familiaridad con las fuentes –es fácil advertir que ninguna es de segunda mano– hacen que esta obra, de enorme utilidad para los estudiantes, sea también de muy grata lectura para todos aquellos que se interesen por las ideas políticas. A veinte años de su aparición, es entonces una buena noticia que se haya ampliado y actualizado este libro ya clásico escrito por quien, entre sus muchos antecedentes y distinciones académicas, sólo mencionaremos como él probablemente lo preferiría: el rector del Colegio de la Patria.
Osvaldo Pérez Sanmartino